Durante semanas he soportado con prudencia comentarios desagradables de comunicadores amigos, esencialmente capitaleños, quienes en un pleno ejercicio de elucubración nos han acusado de influir en Eduardo Estrella y precipitar su salida de lo que debió ser el legado de Balaguer, así como también de ser ideólogo de la construcción de un nuevo proyecto político.

El tiempo ha sido nuestro mejor aliado para desmontar tal apreciación, la realidad es, que muchos factores se han combinado para la materialización final de lo que era, hasta hace poco, solo una especulación; realmente resulta de alto riesgo atreverse a presentar al país una opción diferente que, sin embargo, solo procura evitarle al pueblo dominicano tener que escoger un presidente de la República de tres propuestas que, penosamente, compiten entre sí con la sola característica de definir cuál es la opción menos mala.

Muchas son las tentaciones vencidas previo y después al 16 de agosto pasado, muchos han sido los obstáculos superados con ofertas que han llovido de las organizaciones y bandos tradicionales; pero, la bendición resultante a destacar es que son muchas y muchos los dominicanos (as) de buena voluntad los que se han entregado a esta causa, lo cual ha llenando cabalmente las expectativas.

También debemos destacar la más impresionante expresión de sacrificio que permitió materializar tal expectativa, esto es la convicción manifiesta por HATUEY DECAMPS en el marco del tercer congreso elector de su partido, del cual participé como testigo, donde él demostró su férrea identificación y el nivel de responsabilidad que le une con la democracia dominicana, aun en construcción.

Esta vocación de compromiso, expresada por HATUEY, es solo superable por las conductas de prohombres de nuestra historia contemporánea como Juan Bosch, Balaguer y Peña Gomez, con la connotada valoración, agregada, que le incorporan las circunstancias históricas actuales que delatan el peligroso momento de nuestra vida republicana.

Originalmente, a HATUEY le adornaba el merito de haber tenido la visión y capacidad de conectar al histórico PRD con la juventud de su época. Época de revolución en todo el mundo, pero que en nuestro país imperaba la indiferencia, amén de los grandes temores resultante del gobierno nefasto de entonces, así como de las amargas influencias de los poderes fácticos dominantes en ese momento.

Posteriormente, HATUEY se destacó por ser el estratega y abanderado por excelencia de la propuesta, infructuosa, para que el PRD participara de las elecciones del 1970 y del 1974 lo cual le generó grandes enfrentamientos. Aspiración que sí logró materializar en 1978, siendo además de forma reiterada ideólogo de la cultura de la coalición de fuerzas políticas, edición última que al concretarse llevó poder al a Don Antonio.

Luego, HATUEY asume un rol protagónico aun no justamente valorado, al convertirse en enlace o ente de conciliación con los sectores de poder que, percibiendo su barba en remojo, se encontraban en la disyuntiva de reconocer o no el triunfo del PRD, llegando en ocasiones esos intolerantes a acariciar la idea de un nuevo golpe de estado.

En una labor que no le había caracterizado, HATUEY logró protagonismo al transmitir tranquilidad y garantías a los sectores preocupados o potencialmente afectados, que conspiraban.

Ya con su partido en el poder, HATUEY se destacó en la lucha para que esa institución no perdiera su identidad y mucho menos los principios que le dieron origen o, mas importante aun, conceptos que eran su razón de ser.

Pero la ingratitud, que en política y deporte son el pan nuestro de cada día, evitó que esta actitud de HATUEY cargada de la virtud, que en él se destaca, de procurar ser coherente, le costó, sin embargo, muchas mal querencias y como designios del destino, al regreso al poder en el periodo 2000-2004, tal coherencia le obliga a abandonar la institución que co-ayudó a formar; además, reiterándose en su perjuicio los efectos no deseados en un político de su estirpe.

Hoy, HATUEY vuelve a ser protagonista, esta vez, en la lucha por salvar las instituciones soportes de nuestro sistema democrático. De forma visionaria y ante el deterioro progresivo e indetenible de los partidos tradicionales, HATUEY haciendo, además, un sacrificio personal se crece ingente atreviéndose a construir una oferta electoral nueva, diferente, refrescante y también esperada, en un país si bien no es indiferente a su realidad, los factores de poder, ahora novedosamente, manipulan induciendo tal actitud.

Una nueva propuesta que a la vez de remozada es esperanzadora y en la que se resalta integridad, además, esta aderezada por características morales insuperables e incuestionables, lo cual la hace viable en un momento en que las mayorías de nuestros conciudadanos demandan moralizar o adecentar el país y a la actividad política.

LA CUARTA VÍA o VÍA DEL CAMBIO, será, además del PRSD y la reiterada vocación de demócrata pionero, el principal legado e impronta de HATUEY DECAMPS a las futuras y presentes generaciones. Confieso mi identificación con HATUEY, en particular y como resultado de la cultura de institucionalización y de relevo que procuramos instaurar en nuestra coalición, acariciamos la idea de acompañarle en un proyecto presidencial para servir al país junto a él.