En nuestro país se ha estado postergando conocer a profundidad las razones causales del desmejoramiento sostenido de la calidad de vida del pueblo dominicano, durante los últimos años hemos visto casi desaparecer la clase media dominicana, forjada en los años 1970 al 1990, la cual coincidencialmente se corresponde con la clase laboral. Cíclicamente, solo cuando se inicia la campaña electoral presidencial, se conoce en la agenda nacional el tema referente a la pobreza

, tema este que solo se trata de forma enunciativa, sin pretender nadie en ningún caso conocer el porque la mayoría, mas del 80% de los dominicanos y dominicanas, son cada vez mas pobres. Cuando evaluamos el nivel de desarrollo o crecimiento relativo, percibimos claramente que nuestro país avanza, aunque en ocasiones a un ritmo no deseado; sin embargo este crecimiento viene dado en función del producto interno, el cual se forja por la combinación de dos elementos fundamentales: La inversión de Capital y la mano de obra competitiva. Debo destacar que tengo el criterio de que el principal activo de un país lo es su clase laboral, el cual contrariamente, aquí, no es importantizado, sino más bien marginado de las conquistas que le son inherentes. Erróneamente, sectores interesados pretenden sustentar el criterio de que la competitividad esta dada en función de la mano de obra barata, y toman como referencia, quines así piensan, el modelo global que hoy impera, y que amenaza migrar las inversiones a países de mayor nivel de pobreza que el nuestro, en busca de mano de obra barata, este criterio no es mas que un instrumento o mecanismo coerción. Este criterio de competitividad solo garantiza la exclusión de las mayorías de la distribución de las riquezas que generan la combinación del sector laboral y el sector inversionista o de capital, por lo que se impone en nuestro país generar mecanismos que garanticen una justa redistribución de las riquezas . Quienes conocen el tema plantean que fundamentalmente existen dos formas de distribucion de las riquezas que genera el sector productor de una nación: una forma directa que se traduce mediante sueldos y salarios, y como mecanismo indirecto se reconoce el Derecho Universal del cual somos responsables los Políticos, esto es la garantía de servicios Públicos esenciales de calidad y los debemos tener todos acceso. El problema nodal en Republica Dominicana es que no existe un sector laboral sindicalizado, los que “existen” no representan a nadie y mucho menos se han preocupado por organizar los trabajadores del país. Es evidente, verbigracia Colegio Medico Dominicano, que ni Gobierno ni el sector empresaria-patronal respetan los Gremios, esto así como consecuencia de que las cúpulas sindicales no juegan el rol a que están llamadas. En todas partes del mundo la conquista de una justa distribución de riqueza es fruto de luchas que debe librar el sector obrero organizado, lo que nos obliga a revisar y modificar este contexto, por ejemplo y volviendo a España, estos hoy han cambiado la naturaleza de la negociación colectiva y, tampoco, es ya el ámbito donde los trabajadores planteaban sus reivindicaciones. Ahora, es la Patronal la que demanda las suyas, sirviendo como moneda de cambio las magras revisiones sugeridas por el Gobierno y acordadas o pactadas con las cúpulas sindicales. Los trabajadores allí, han estado combatiendo con tenacidad los acuerdos que les son lesivos. Lucharon decididamente contra la degradación sindical que estaba produciéndose y trataron de seguir actuando con los criterios y objetivos naturales del Sindicalismo. No obstante, cada vez, lo hacen en condiciones más adversas ya que a nadie se le escapa que no es lo mismo tener la corriente a favor que ir contra ella. Es decir, con un Movimiento Obrero débil, mal dirigido, y casi entregado. Los logros salariales conseguidos por los trabajadores de algunas empresas, como Miniwatt en los años inmediatamente posteriores al Pacto de la Moncloa fueron importantes, llegando a superar los topes pactados por las direcciones sindicales –cuando las circunstancias eran propicias- y arañando ventajas por todos los medios para evitar la perdida de poder adquisitivo –cuando la situación general para los trabajadores se fue complicando. Sin embargo, más allá del balance económico de la lucha sindical, resalta la sensibilidad y la atención que los trabajadores pusieron a otro conjunto de aspectos básicos para determinar las condiciones de vida de los trabajadores y para mantener su cohesión y fuerza como clase. Los retrocesos experimentados durante las últimas décadas en los derechos laborales en la madre patria, que son ahora aceptados como un lugar común de las características del empleo y de las prácticas sindicales, fueron combatidos con firmeza y métodos contundentes por los trabajadores: la oposición al aumento de los ritmos en las cadenas, el rechazo a los expedientes de regulación de empleo, el rechazo a la doble escala salarial, etc. También se impidieron las horas extras, se levantaron obstáculos a las subcontratas –como, por ejemplo, el comedor de la empresa. Todo lo que significaba aumento de la explotación y todo lo que podía acarrear división en la fábrica fue combatido. Por el contrario, se fomentó la solidaridad sin límite con los despedidos. El principal objetivo fue la equiparación de salarios de hombres y mujeres. Por no referirnos al contundente apoyo dado a todas las movilizaciones generales de los trabajadores o la atención prestada a los asuntos políticos. Retomando la situación local, la incapacidad en Republica Dominicana de Organizarnos, la aberrante y perversa situación económica y social que padecemos se deben justamente a que la lucha es insuficiente y, en el caso de los sindicatos, a que sus direcciones han vuelto la espalda a los intereses materiales e históricos de la clase obrera. Es más que razonable pensar que la situación de los trabajadores en nuestro país, así como la situación general política y social serían comparativamente mejores si, orientáramos nuestra mirada al deterioro sistemático y sostenido de la calidad de vida de nuestra clase trabajadora. En nuestro país se impone entonces la INDEXACIÓN SALARIAL AUTOMÁTICA a los trabajadores del sector oficial y privado, como expresamos en nuestra entrega anterior, la misma debe sustentarse las subidas del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el año anterior, sino en función de la proyección al año próximo, o lo que es lo mismo en función de la inflación prevista. Podrían muchos no estar de acuerdo con nuestros criterios, pero resulta innegable que se impone en el actual contexto que comencemos a hablar en Republica Dominicana de UNA JUSTA REDISTRIBUCIÓN DE RIQUEZAS, como única garantía de hacer sostenible en el tiempo el desarrollo de nuestro sector productivo y de bienes o servicios.