El partido que sustenta al actual gobierno ha dejado establecido, con claridad meridiana, su condición de organizaron liberal cuando esta en la oposición y contradictoria-mente entreguista cuando esta en el ejercicio del poder.

Esta condición quedo demostrada en el primer ejercicio gubernamental del PLD, cuando deliberadamente enajenaron las empresas del estado escudados en una sombrilla de la Capitalización de las empresas publicas; el tiempo ha demostrado que las mismas solo fueron vilmente privatizadas, constituyendo este ejercicio de privatización la construcción de la Plataforma económica que sustento el nuevo ascenso al poder de los supuestos liberales dominicanos.

En la discusión actual de la necesidad de un urgente aumento salarial, a lo cual se opone el Gobierno “Liberal” que administra el ejecutivo de nuestra nación, lo que se palpa en la clara inducción de un acuerdo marginar y poco plural, los liberales ponen de manifiesto su complicidad con las minorías capitalistas del país y se colocan al margen de las mayorías marginadas de las riquezas que generan día a día.

Debo confesar que nos ha alarmado, la forma alegre y festinada en que los Sindicatos que representan, supuestamente, los trabajadores dominicanos hayan arribado un acuerdo con el sector empresarial que si representan claramente la burguesía dominicana, creando, además, suspicacia el tiempo record en que se concreto el mismo.

Resulta una pena que tal pacto pretenda abortar la posibilidad de que el congreso dominicano establezca mediante ley un aumento general de salarios, este pacto recién firmado nos trae a colación el PACTO DE LA MONCLOA, firmado en España en octubre el 1977. No caben dudas que la firma del Pacto de la Moncloa representa un punto de inflexión en la trayectoria del Sindicalismo de ese país.

Reconocemos que el pacto de la moncloa resuelto ser la transición política a favor de las clases y sectores que sostuvieron el Franquismo, toda vez que potencializo el objetivo de la burguesía de imponer la política económica y social que convenía a sus intereses históricos, justo en unos momentos sumamente complicados.

Precisamente en ese momento el Capitalismo estaba sumido en una crisis generalizada que afectó con particular crudeza a la economía española, ejemplo a señalar el 1973, coincidiendo con la primera crisis del petróleo, como fue también el año en que se inició la onda recesiva que aún no ha sido superada y, por otro lado, la fuerza reivindicativa del Movimiento Obrero era enorme, entre otros motivos, por el alto grado de movilización social que se alcanzó en la lucha final contra la Dictadura que recién terminaba.

Extrapolando tal experiencia a nuestro país no quiero pensar que el entreguismo de los sindicatos malogre el futuro optimista que observan los trabajadores dominicanos, esperanzados en un mejor porvenir y en una justa distribución de las riquezas que generan su esfuerzo.

La tarea prioritaria de las direcciones sindicales ahora es convencer a los trabajadores de la idoneidad del pacto firmado, el cual choca frontalmente contra sus intereses, no cabe dudas que nos encontramos ante una dirigencia sindical gastada, sin visión de futuro y a que a su vez, regentean despóticamente los intereses de los trabajadores mediante argumentos bastante discutibles y razones muy obscuras.

Como respuesta al pacto de la Moncloa en los últimos tiempos ha surgido en nuestra madre patria España un Sector Crítico, donde los trabajadores están concienciados y, por lo tanto, son firmes y consecuentes por lo que siguen practicando un Sindicalismo combativo para enfrentarse a la Patronal y para reclamar derechos al margen del marco y las condiciones que querían imponer las cúpulas sindicales.

Desde el principio, los trabajadores denunciaron el Pacto de la Moncloa y obviaron su aplicación. Sabido es que el tema salarial constituyó un punto esencial del acuerdo. La economía, entonces, sufría una aguda espiral inflacionista y uno de los objetivos cruciales del mismo fue controlar la evolución de los salarios para amortiguar las subidas de precios y, también, como no, para promover el trasvase de renta de los salarios a los beneficios y facilitar la recuperación de la tasa de ganancia.

Extrapolando esta doble experiencia las circunstancias que rodean la situación actual que enfrenta la dirigencia sindical y a los trabajadores dominicanos, las variables podrían guardar similitud al Pacto de la Moncloa , por lo cual debemos resaltar la solución que dio al traste con tal situación y también con el bajo nivel en calidad de vida de España respecto del resto de Europa.

Sencillamente la solución fue garantizar a los trabajadores una indexación salarial en función de la tasa de inflación prevista, no en función de la acumulada ya que esta ultima genera siempre un déficit real o devaluación del salario indexado, tema que veremos en la próxima entrega.

El aumento salarial debe ser fruto de aspectos circunstanciales sino una política de estado que permita una indexación permanente y automática de la capacidad adquisitiva de los dominicanos, y por ende una mejoría sostenida en en la calidad de vida de nuestra población trabajadora.