Recientemente compartí un espacio radial, invitado por el comunicador Guillermo Cabrera, quien también había invitado a CLAUDIO CAAMAÑO, ocasión que me permitió la honrosa oportunidad de compartir con alguien que ha merecido mi respeto y admiración durante años; en este programa radial se discutía sobre la viabilidad de un golpe de estado, elemento develado por Claudio días antes.

Sobre este tema tengo poco dominio, por cuanto aproveché ese largo intercambio de impresiones para aprender y aunque con puntos de vistas encontrados, contradictoriamente pudimos ser coincidentes, pero esta experiencia me permitió concluir respecto de la REVOLUCIÓN INICIADA EN 1965: QUE LA MISMA ESTA PENDIENTE DE SER COMPLETADA.

Hasta ahora entiendo porque las elites gobernantes han maniobrado para impedir que ese proceso fecundo logre su materialización, también pude comprender como diferentes liderazgos, conscientes o no de sus realidades, han tratado de concretizar tal aspiración no satisfecha, pero con ópticas disímiles:

Revolución sin sangre, BALAGUER puede realmente ser considerado un reformador, término que a finales de los sesentas constituía la versión avanzada de la revolución, como muestra podrían enunciarse muchos botones, por ejemplo en materia de infraestructura exhibe una obra insuperable, otro gran logro fue la Reforma Agraria, impronta que hoy es reeditada en el modelo socialista del programa revolucionario de incipiente implementación en Venezuela.

Entre otros botones, durante los últimos diez años Balaguer inicio la primera ola de reformas institucionales del país, en Educación el plan decenal, así como también reformas jurídicas y económicas, amén de la cuestionable pero real obra social materializada que puede exhibir, igual la Constitución más duradera de la vida republicana de nuestra nación, la del 1966.

Revolución democrática, el Presidente Leonel Fernández quien, interpretando el momento histórico y oportuno de la Nación, propicia en este momento una reforma a la constitución con matices de avanzada, tanto en el contenido de su estructuración, responsabilidad que depositó a destacados juristas dominicanos, aderezada por una importante asesoría internacional y con la innovación de una consulta popular como elemento de participación, pero que esperamos sea legitimada mediante el mecanismo, vinculante, de un referéndum .

Revolución Nacionalista, discurso que distingue a PELEGRIN CASTILLO, quien pronostica la gesta de una revolución en proceso como fruto de variables que se conjugan: el país demanda cambios, los gobiernos que hemos tenido no dan respuesta a los problemas acuciantes que desmejoran la calidad de vida de las grandes mayorías de los dominicanos y dominicanas, la inaccesibilidad de muchos a los derechos y servicios que nos hacen cada vez mas desiguales.

A lo anterior se suma la desfocalización de los problemas ambientales y de recursos naturales, así como el desconocimiento de la dimensión de problemas emblemáticos como: la migración, el descontrol fronterizo, la importación obligada y desmedida de delincuentes desde cárceles del exterior, el creciente flagelo del narcotráfico o la importancia de la falta de tecnología para combatirlo, concomitantemente con la delincuencia.

Revolución moral, enarbolada por Eduardo Estrella, virtual candidato presidencial, quien procura dar respuesta a los sistemáticos engaños electorales de que ha sido víctima el pueblo dominicano, actitud loable que demuestra su compromiso a actuar en consecuencia, en procura de crear una propuesta creíble de solución de las demandas e inrealizaciones que decepcionan a nuestros conciudadanos.

A nuestro humilde entender la revolución dominicana esta inconclusa y solo el cabal desarrollo de la educación podrá permitir la culminación de la aspiración de materializar la misma, tarea que corresponderá a una generación de políticos, emergentes, no comprometidos con el pasado.

En la medida que los dominicanos y dominicanas elevemos nuestro nivel de conciencia respecto de la condición de inquilinos de los gobiernos y, la posibilidad de que estos sean evaluados en función del nivel de mejoramiento logrado en la calidad de vida de las grandes mayorías en el periodo de su ejercicio gubernamental

Cuando al término de una gestión los índices económicos irradien que, ésta, además de reducir la pobreza de los dominicanos y dominicanas, pueda arrogarse como logro que una porción de la población cambió de estatus, mejoró la capacidad adquisitiva y el acceso a bienes y servicios con equidad.

Debemos comprometernos con un gobierno que demuestre superar la injusta redistribución de riquezas que hoy fastidia nuestro país, tema que comienza a ser entendido por las mayorías del pueblo dominicano, más que por el fruto del efecto de la globalización, por la influencia que comienza extrapolarse por los importantes cambios que vive casi todo el continente americano.

Insistimos que la mayor garantía que tenemos es apostar a la educación, conscientes de la insoslayable realidad de nuestro pueblo, que innegablemente se prepara con expectativas de un mejor porvenir.